Autora

La princesa escritora

En un lugar rodeado de montañas, lagos y bosques, donde el frío
congela las rosas y con el calor vuelven a vivir, se enamoró un príncipe de Italia
de una princesa española, se casaron y decidieron construir un castillo donde
nadie supiera que son de sangre azul.

A la princesa le encantaban las flores, así que decidió plantar en su jardín un
rosal que se congelaba en invierno y volvía a florecer cada primavera.

Un buen día, mientras la princesa regaba el rosal, escucho una voz decir;
—¡Pídeme un deseo y te lo concederé!— La princesa un poco incrédula, pero
con ganas de pedir un deseo, le contestó; —Deseo una hija que tenga la fuerza
de tu tallo, tu belleza y resplandor— En ese mismo instante la rosa se abrió y
dejó entrever a una niña que se parecía a Campanilla.

La siguiente primavera, la princesa dio a luz a su primogénita y en honor
a la flor que le había concedido su deseo, la bautizó con el nombre “Rosa”.

00000Al cumplir ocho años, mientras mi madre la princesa regaba el rosal, me
acerqué para ver que hacía, me contó su bella historia, que como habréis
imaginado, es la mía. Cuando terminó, me regaló una semilla y me pidió que la
guardara hasta encontrar el hogar donde quisiera plantarla. —¿Queréis saber
si la planté?—

…continuará…

Con cada primavera crecerá este cuento y  si algún día dejaría de contaros, os adelanto,  que alguien lo hará por mí.  😉

Rosa

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